Vivir en sociedad es establecer vínculos, y en estas relaciones, muchas veces brindamos o recibimos ayuda. Sin embargo, ¿Qué pasa en aquellas situaciones en las que ayudamos y sentimos profunda desilusión porque no aceptaron nuestra ayuda o no agradeció?  Empiezan a surgir en nuestra mente muchos pensamientos de queja como: Ya no le vuelvo a ayudar, encima que le ayudo y ni agradece. Entre este cúmulo de sentimientos encontrados y dispersos, cuando esa misma persona regresa, surge la pregunta: ¿Debería volverle a ayudar o no?

Sin duda, es una situación que he pasado varias veces, hasta que llegó a mí la comprensión a éstos conflictos internos, para lograr ponerme al servicio de la ayuda.  La ayuda puede a veces separar, en lugar de unir.

Los Órdenes de la Ayuda

Bert Helliger nos trae las respuestas a todas éstas preguntas. Existe los órdenes de la ayuda:

Primer Orden: Uno solo da lo que tiene, y lo que el otro necesita y está dispuesto a tomar.

La ayuda es un arte, el dar y tomar, tiene límites. Éste primer orden significa que uno solo puede dar lo que ha recibido y tomado anteriormente. Es muy importante no ir más allá de nuestras propias posibilidades. En tanto que, del otro lado, el que está recibiendo, puede tomar solamente hasta cierto punto.

El desorden empieza cuando uno quiere dar lo que no tiene, o el otro quiere tomar lo que no necesita. Aquí se crean muchas expectativas, porque a veces uno puede esperar o exigir más del otro, sin embargo, cuando la otra persona no puede recibir o dar lo que queremos ya no se convierte en ayuda. El arte de ayudar consiste en percibir éstos límites.

Veamos el ejemplo, cuando damos de comer la papilla a un bebé, (el bebé ya está satisfecho, no puede hablar). Su reacción al estar lleno, será el rechazo de la papilla, a la vez nosotros seguimos insistiendo en que coma a la fuerza. Aquí el bebé ya llego a límite y no puede recibir más, empezará a llorar o botar la papilla. Nosotros le estamos dando algo que la otra persona ya no puede tomar, o ya no necesita en ese momento.

Esta forma de ayuda es humilde, renuncia a la exigencia y también al dolor.

Segundo Orden: Uno sólo actúa, respetando el destino de la otra persona y asintiendo a sus circunstancias.

Por una parte, la ayuda está al servicio de la supervivencia, por otra parte, sirve al desarrollo y al crecimiento.

Algunas veces el destino de la persona que queremos ayudar nos puede parecer muy grave y quisiéramos a toda costa ayudarle a cambiar ese destino. Por ejemplo, con una persona no vidente que se encuentra a lado de la acera. Nuestro primero impulso será ayudarle a cruzar la calle, porque pensamos que así le estamos ayudando. Más, no sabemos si eso es lo que aquella persona necesitaba, no le hemos preguntado, nos dejamos llevar por su destino y actuamos por esa persona. Le hemos creado ahora un problema más que una ayuda. ¿Cómo regresa al lugar donde se encontraba y quería estar?

 Por más que nosotros brindemos nuestra ayuda, la otra persona nunca lo solicitó.

Solamente, si logramos mirar éstas circunstancias, asentir su destino y lo respetamos, podemos actuar de una manera que sea de ayuda para aquella persona.

Tercer Orden: Uno se relaciona de adulto a adulto

A veces el que necesita recibir ayuda se pone en el lugar del niño porque piensa que debe ser ayudado como lo harían sus padres. En este caso, si el ayudador es tentado a ponerse en el lugar de padre y responde a las expectativas del que pide ayuda, emprenderá una larga relación. Pues a los ojos del que pide ayuda lo ve como padre y para el ayudador le será difícil salir de esa relación.

Por este motivo, es importante cuando se brinda y se recibe ayuda asegurarse de estar en la posición del adulto.

El reconocimiento de éste tercer orden marca la diferencia más profunda en un trabajo de constelaciones familiares.

Constelaciones Familiares

Las Constelaciones Familiares es un modelo de terapia grupal con un enfoque orientado a la solución.
Cuarto Orden: Uno percibe a la persona que ayudará, con todo su sistema familiar.

Cuando alguien viene por ayuda, solemos acogerlo como un individuo aislado. Sin embargo, es importante recordar que el individuo es parte de un sistema familiar, viene con creencias, cultura, miedos, inseguridades. Solamente cuando el que ayuda, lo recibe con todo su sistema familiar, sin juzgarlo, con sus antepasados es capaz de ayudar, pues lo percibe como es en realidad. Comprendiendo quien es, de dónde viene y tomando también su propio sistema y del que le solicita ayuda con amor, humildad y aceptación.

Quinto Orden: Uno no distingue entre bueno y malo, integrando en su corazón lo que necesita reconciliar el que pide ayuda.

Este es un sentido de reconciliación con el sistema familiar, en donde no existen miembros buenos o malos de la familia. Para estar al servicio de la otra persona y al servicio de la reconciliación, es necesario dar un lugar en su corazón a la persona de la cual se está quejando, el que necesita ayuda. Es asentir a toda persona tal y como es, por mucho que sea diferente de uno, sin entrar en el juego del otro. Sólo así acompaña al que solicita a asentir su vida tal como es.

Lo que se ha reconciliado en tu corazón, también puede reconciliarse en el sistema del que pide ayuda.

No hay destinos mejores o peores.

Sabiduría

El sabio asiente al mundo tal cual es

Sin temor ni intenciones.

Se ha reconciliado con lo efímero

Y no busca llegar más allá de aquello que perece con la muerte.

Su mirada abarca el todo porque está en sintonía,

Y únicamente interviene donde la corriente de la vida lo exige.

Sabe distinguir: ¿Esto va o esto no va?

Porque no tiene un propósito.

La sabiduría es fruto de una larga disciplina y del ejercicio,

Pero quien la tiene, la tiene sin esfuerzo.

La sabiduría está siempre en camino,

Y no llega a su meta por ir buscando.

Ella crece.

Recordando el tercer orden del amor: Dar y Recibir, en la ayuda también es importante tener este equilibrio. Si esto no se cumple el que recibe más ayuda se sentirá culpable y obligado a retribuir, si es que no lo puede hacer, tenderá a alejarse de la relación.

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